Biotecnología en México hoy y la oportunidad de construir la bioecnomía nacional del mañana
Estableciendo vínculos, aumentando capital humano, y actualizando regulaciones
Nota: esta artículo fue redactado en 1 día en un taller de escritura científica impartido por el Tecnológico de Monterrey. No considero haber concretado de forma correcta las acciones a seguir, ni conectarlas coherentemente con el marco teórico. Espero, sin embargo, que quien lea este artículo encuentre algo nuevo o de interés.
Resumen
La biotecnología está resolviendo problemas ambientales y sanitarios a nivel internacional al ser aplicada a productos y procesos en el sector alimenticio, de materiales, médico, agrícola, entre otros. A pesar de su gran ventaja como país megadiverso, México permanece rezagado en esta materia, tanto en términos de investigación como en el desarrollo de nuevas empresas biotecnológicas. Las principales áreas de oportunidad para el desarrollo de una bioeconomía nacional involucran factores de capital financiero proveniente del sector público, capital humano, y políticas regulatorias. Este artículo explora el estado de dichos campos en México, y concluye con tres acciones para su mejora en el largo plazo.
Introducción
Hoy en día, la humanidad se enfrenta a problemas tanto sanitarios como ambientales que impactan (o tienen el potencial de impactar) a billones de personas. En el caso de México, los gastos de salud pública ascienden a 874 mil mdp anualmente, lo cual representa un aproximado de 6.22% del PIB [1]. De igual forma, se estima que el cambio climático puede llegar a tener un impacto de casi un -3% en la economía nacional [2].
Más allá de su alcance económico, hay millones de Mexicanos que actualmente se ven afectados por enfermedades cardiovasculares, cáncer, obesidad y diabetes [3]. Entre otros factores, estas consecuencias pueden ser atribuidas a deficiencias en el salud público, incluyendo el error médico [4], una distribución inadecuada de los recursos financieros [5], y la falta de innovación tanto en políticas públicas como en tecnología para resolver dichos problemas.
Por su lado, la crisis ecológica está teniendo ya un impacto en estados como Nuevo León, Durango, Chihuahua y Coahuila, los cuales padecen de sequías cada vez más frecuentes e intensas [6]. Aunque se haya mejoras drásticas en cuanto al aumento de la temperatura, se estima que este impactará la agricultura en el país de igual forma [7], haciendo a la gente de un sector económico bajo aún más vulnerables económicamente.
Desde terapias genéticas para tratar enfermedades como leucemia, hasta carne cultivada en fábricas sin necesidad de matar animales, se sabe que la biotecnología está transformando las industrias más fundamentales para la humanidad, transisionando hacia productos y economías más sustentables y saludables.
Como cualquier innovación en etapa temprana, esta ha permanecido centralizada principalmente en Estados Unidos, Alemania, China, Israel, y Reino Unido. Aunque muchas veces se compara este tipo de innovación con la revolución en tecnologías de la información, es vital reconocer que la biotecnología representa activos físicos que no escalan de igual forma, y que, fundamentalmente, involucran, una mayor cantidad de disyuntivas éticas.
Estas características proporcionan parte de la explicación de por qué México está aún rezagado en esta materia, medido por la innovación en el sector privado [8], las publicaciones académicas al respecto, [9], y las regulaciones deficientes alrededor de tecnologías de base biológica.
No obstante, la otra parte de la explicación concierne las deficiencias inherentes en el sistema educativo Mexicano, la inversión en investigación, así como en programas específicos que permitan una colaboración entre el sector público y el privado que involucre incentivos económicos.
De empezar a trabajar en dichos retos, el desarrollo de la biotecnología en México representa una oportunidad inmensa económica y humanamente, sobre todo si se considera que la gran biodiversidad en el país es una gran ventaja con la que muchos países más desarrollados no cuentan.
Algunos artículos recientes exploran las regulaciones alrededor de la biotecnología en México y los retos que enfrentan pequeñas y medianas empresas en el sector. En este artículo se busca actualizar al público en general, posiblemente a ciertas figuras encargadas de tomar decisiones al respecto, acerca del estado de la biotecnología en México, analizando de forma más holística los retos y oportunidades a futuro para el desarrollo de una bioeconomía nacional.
Marco teórico
Tomado como referencia la definición de La Comisión Económica Para América Latina (CEPAL), se puede define a la bioeconomía como la producción, utilización y conservación de recursos biológicos para un crecimiento sustentable social, económica, y ecológicamente [10]. En términos menos específicos, se puede definir como utilización de la biotecnología en diversas industrias para la creación de productos que resuelvan problemas y generen un crecimiento económico.
La biotecnología entonces, es una disciplina que aprovecha procesos celulares y moleculares para la creación de tecnología y productos que mejoren la salud humana y planetaria [11]. Como rama científica, la biotecnología ha avanzado significativamente durante los últimos años, gracias a las mejoras en tecnologías de secuenciación, edición, y síntesis de genes.
La edición genética se refiere a la modificación parcial o completa del ADN de un organismo [12]. Normalmente, esta tiene el propósito de realizar alguna mejora en la producción de algún bien (como es el caso en la agricultura), aunque recientemente se ha buscado y aplicado para el tratamiento de enfermedades, a lo cual se le llama “terapias genéticas”.
No solo pueden estas herramientas editar ciertas partes del genoma de un organismo. Desde inicios del siglo 21, una de las áreas de la biotecnología, denominada biología sintética, se ha utilizado para dar capacidades nuevas a organismos ya existentes. La transición en la producción de insulina es uno de los mejores ejemplos de esto, pasando de ser producida usando órganos de cerdos a bacterias modificadas genéticamente.
Como ya ha sido mencionado, todos estos avances están siendo posibles debido a avances en tecnologías genómicas para secuenciar, sintetizar, analizar y diseñar biomoléculas como el ADN, ARN, proteínas y lípidos. En este sentido tecnologías computacionales aplicadas a la bioinformática también forman parte de las herramientas pilares para la innovación en biotecnología.
Metodología
Previo a la redacción de este artículo, se realizó una revisión sistemática de artículos relacionados con el estado de la biotecnología en México, a través del uso de administradores bibliográficos como 1Mendeley y 2Elicit, buscadores y bases de datos en 3BiblioExplora, y anotadores de uso general como 4Notion.
Dicha revisión incluyó artículos sobre aspectos regulatorios, la actividad académica en temáticas específicas como la ingeniería (o edición) genética, el sistema educativo y de innovación Mexicano, y análisis sobre la industria biotecnológica en el país.
A lo largo de esta recolección de información, se encontró que sería pertinente incluir casos de estudio en regiones en vías de desarrollo como África e India, así como artículos que proporcionen un punto de comparación respecto a países como Estados Unidos.
Después de realizar anotaciones en más de treinta artículos, se analizaron las tendencias en común entre los mismos, en cuanto a los retos de la biotecnología en México. Después, se destacaron en la discusión acciones concretas para superar estos retos en el largo plazo.
Resultados
Según datos de OECD Key Biotech Indicators en 2018, en México operan 154 empresas que realizan actividades de investigación biotecnológica, de las cuales la mayoría son empresas trasnacionales [13]. Mientras tanto, esta cifra supera las 2,600 empresas en Estados Unidos e incluso 309 compañías en Brasil [14].
En una muestra de 40 empresas cuya principal actividad es la biotecnología, se encontró que una cuarta parte de ellas se encuentra en la Ciudad de México, seguida por el Estado de México con el 15% y Puebla con poco más del 10% [15] (Fig. 2A).
En cuanto al sector que impactan estas empresas, se halla que más de un 40% genera productos para el sector agrícola, seguido por el sector salud, y el alimenticio en tercer lugar [16] (Fig. 2B).
A través de la revisión sistemática, se encontraron tres factores determinantes en el desarrollo de la biotecnología en México (que también podrían aplicar a otros países): capital financiero, principalmente aquel proveniente del sector público y que cree relaciones con el sector privado; capital humano, en este caso estudiantes universitarios y de posgrado; y regulaciones que permitan la innovación en biotecnología a la vez que establezcan límites para su desarrollo seguro.
Todos los estudios relacionados con el ecosistema de biotecnología en México (a excepción de uno [13]) argumentan que el factor más determinante en el crecimiento o estancamiento de esta industria en el país, es la relación entre el sector público y el privado [16, 17, 15]; específicamente, la inversión pública en empresas de biotecnología.
Actualmente se estima que más de un 70% de los recursos en las empresas con actividades de investigación biotecnológica en México son de financiamiento propio; casi un 20% de ellos provienen de financiamiento público; y una minoría son de fuentes privadas y bancos [15].
Lógicamente, esta distribución tiene un impacto directo en las empresas; primeramente en el crecimiento de sus ingresos [15] los cuales aumentan proporcionalmente al nivel de inversión pública en estas; y secundariamente en los procesos de internacionalización de algunas de estas empresas (principalmente hacia otros países latinoamericanos), ya que claramente son solo aquellas empresas con los recursos suficientes las que podrán generar este tipo de estrategias de expansión [16].
El segundo factor más importante (y que va de la mano con el económico) para el desarrollo de la bioeconomía, es el capital humano. En el caso de México, es imprescindible considerar que solo 1 en cada 10 niños que entra a la primaria obtiene un título universitario, solo 0.01% de la población tiene un título de doctorado y la disponibilidad de ingenieros y científicos tiene un rating 4.6/10, posicionando a México en el lugar 47/140 a nivel mundial en esta última categoría (de acuerdo al Foro Económico Mundial) [17].
En este sentido, hay una débil conexión de la industria biotecnológica las con redes de conocimiento en el sector [13], que en este caso son principalmente estudiantes universitarios. Por el contrario, el aumento en los empleos con altos niveles de escolaridad funciona como un detonador para los procesos de innovación [15].
Esto se ve reflejado, por ejemplo, en la disponibilidad de genetistas por habitante en el país. Mientras que el índice recomendado internacionalmente es de un genetista por cada 525,000 habitantes, es solo la Ciudad de México que empieza a cumplir con este estándar. Otros Estados como Nuevo León, Jalisco, Querétaro, Hidalgo y Yucatán, tienen un genetista por cada 500,000 individuos, mientras que en Baja California Sur, Colima y Campeche no cuentan con estos especialistas [18].
En cuanto a otros nichos como la bioinformática, no se tienen datos específicos de cuántos profesionales existan, ya que esta área es aún bastante nueva incluso para países desarrollados. Se notan, sin embargo, una gran capacidad en los profesionales existentes actualmente en el área, así como una gran área de oportunidad en cuanto a los procesos para obtener inversión y equipo para realizar investigación de este tipo [19].
Por último pero no menos importante, se encuentra el factor regulatorio. En el año 2000 se formó la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (CIBIOGEM) para coordinar políticas de bioseguridad en materia de producción, importación, exportación, y uso de Organismos Genéticamente Modificados (OGM) [20].
Actualmente, dichas actividades están permitidas, siempre y cuando cuenten con aprobación previa y cumplan con los protocolos establecidos de etiquetado y monitoreo [21, 22]. Cabe resaltar que, a diferencia de Estados Unidos, cada nuevo OGM en México tiene que ser revisado, a pesar de ser parecido a otros ya aprobados [23].
En cuanto a la modificación genética en gametos, se sabe que el reglamento criminal de la Ciudad de México permite el uso de estas células con el consentimiento de la persona de quien provenga. Sin embargo, este mismo prohibe la fertilización de óvulos para propósitos ajenos a la reproducción [20]. En adición a ello, se observa que la manipulación de genes para cualquier propósito más allá del tratamiento de enfermedades, así como para fines ilícitos, está prohibido. Sin embargo, no se especifican cuáles podrían ser estos otros fines.
Finalmente, un artículo hace una observación acerca de la oportunidad que ya ha abierto México hacia el turismo médico, habiendo ciertos hospitales donde se ofrecen terapias celulares, incluyendo inyección de células madre. Se resalta que estas no necesariamente están siendo realizadas por personal capacitado, mas la falta de regulaciones y cumplimiento de la ley lo permiten.
Discusión
La información anteriormente obtenida fue de utilidad para el análisis de un panorama general del estado de la biotecnología en México, teniendo en consideración ciertas fortalezas pero sobre todo analizando sus áreas de mejora. Con el fin de relacionar estos puntos con oportunidades a futuro, se utilizará esta sección de discusión para compartir un plan de acción a futuro.
1. Aumento en la colaboración entre el sector público y el privado, a través de programas específicos que involucren incentivos económicos.
En primer lugar, es necesario definir un público meta (investigación de ciencia básica o ciencia aplicada) [13], lo cual no es lo suficientemente claro al momento. Modelos como el plan para la bioeconomía de Estados Unidos pueden ser una guía para definir las áreas que a México le interesa apoyar más. Por ejemplo, mientras que Estados Unidos puede encontrar una oportunidad más grande en desarrollo de biomateriales, México podría destacar más en actividades agrícolas y del sector alimenticio, gracias a su megabiodiversidad.
Programas que apoyen el bioemprendimiento en etapas tempranas, en aquellos alumnos universitarios o de posgrado, podrían ser inversiones con un alto retorno en el largo plazo, ya que son detonadores de nuevos empleos que incentivan la innovación más allá del ámbito académico. Programas como Nucleate [24] en Estados Unidos están resultando exitosos en la creación de empresas de biotecnología a partir de proyectos académicos, al involucrar actores en la industria y la academia. Considerando los resultados de esta revisión, tal vez sea pertinente involucrar a actores públicos en un programa similar en México.
2. Generación de vínculos más estrechos entre la academia y la industria.
Si bien los profesionistas en esta área son escasos, es necesario generar oportunidades para jóvenes egresados de la universidad para evitar la fuga de cerebros que ocurre frecuentemente a nivel posgrado. Así como la computación se ha vuelto una ciencia cada vez más accesible, el desarrollo en biotecnología podría beneficiarse significativamente con un aumento en los practicantes jóvenes en empresas, a través de vínculos con sus fuentes de conocimiento (universidades). En un caso ideal, esto puede desembocar en un crecimiento acelerado de estas empresas y por lo tanto una mayor demanda de estos profesionistas.
Si bien los problemas en el sistema educativo y su distribución a los millones de jóvenes Mexicanos es un problema completamente distinto, lo que sí se puede hacer es promover que aquellos estudiantes ya interesados en cursar la universidad, vean oportunidades, ya sea en el bioemprendimiento o en la industria biotecnológica.
Cabe aclarar que esta propuesta no tiene como objetivo plantear un escenario en el que México sea una potencia mundial en biotecnología, pero toma como modelo a países como la India, que están aumentando su “suministro” de profesionistas en el área, posicionándose como un país proveedor de conocimiento o maquilador de productos biotecnológicos [16].
Considerando asimismo, que cualquier industria nueva representa una amenaza a aquellas que le preceden, y considerando el amplio rango de industrias que se verán impactadas por la biotecnología, es tener en cuenta el cómo apoyar a personas en sectores primarios y secundarios; incluso cómo se les podría ofrecer educación y/o entrenamiento en biotecnología para evitar su desplazamiento completo.
3. Constante actualización en las regulaciones entorno a biotecnología
Para la fortuna de la bioeconomía, las regulaciones respecto a OGM en México han cambiado para permitir su creación, uso, exportación e importación regulada. No obstante, mientras tecnologías de edición genética y biología sintética avanzan en los siguientes años, será vital el actualizar dichas normas para que se siga pudiendo hacer investigación y desarrollo seguro para la sociedad.
Parte de ello se vincula con el capital humano necesario en el área regulatoria. Es pertinente que expertos en bioética, ingenieros en biotecnología, investigadores, y el público en general sean partícipes en la toma de decisiones por venir. Esto, a su vez, ayudará al público en general a entender la ciencia que se está desarrollando, evitando el miedo irracional y la confianza a ciegas.
Conclusión
Este artículo exploró el ecosistema actual de la biotecnología en México, y enlazó ideas encontradas en diferentes artículos para llegar a tres acciones concretas que se pueden realizar en un mediano plazo para el desarrollo de la bioeconomía en el país, que comprenden factores económicos, sociales, y regulatorios.
Si bien se entiende que el realizar estas acciones será algo completamente por separado del simple razonamiento detrás de ellas, se espera que esta análisis, hecho desde la perspectiva de un estudiante de ingeniería en biotecnología, sea útil tanto para el público en general, como para ciertas personas involucradas en la toma de dichas decisiones.